Las semanas previas a la Navidad son caóticas porque todos los hogares quieren agradar a sus familiares. Son días de compras, de decoración y de mucha búsqueda para hallar con los mejores productos al mejor precio.
En el caso del jamón ibérico, su venta y consumo se eleva en torno a un 20%. En la actualidad podemos encontrar jamones para todos los gustos y de todos los precios, pero no todos son de la misma calidad. Desde Manchenieto te mostramos cómo acertar con la compra de un buen jamón.
Revisar el etiquetado
La etiqueta del jamón indica la procedencia del jamón. Si deriva de un cerdo ibérico o no, y cuál es su grado de pureza. El precinto negro determina que es jamón 100% ibérico procedente de cerdos ibéricos criados en dehesas.
Tras el negro tenemos el precinto rojo, el verde y el blanco. Todos ellos son también jamones ibéricos pero con menor grado de pureza y alimentados en régimen intensivo, no de manera libre en las dehesas.
Cómo es el aspecto visual del jamón
Aunque este apartado es menos seguro que el del etiquetado, por lo general la pata fina determina que es un jamón de buena calidad. Si la pezuña está desgastada es sinónimo de que el cerdo ha caminado mucho, luego ha sido criado en libertad. Igualmente hay que observar la piel, la corteza del jamón. Si está arrugada es que el proceso de curación ha finalizado correctamente. Ojo, si hay hendiduras en la piel es porque la curación es excesiva.
El jamón en su interior
La grasa infiltrada es garantía de que un jamón es de buena calidad. Esta se puede observar en las vetas de tocino que aparecen en las lonchas de jamón. Por otra parte, el color debe ser entre rojo y blanco, pero muy intenso. Si brilla, no es una buena pieza, y si su tonalidad se acerca al granate, debemos descartarlo.