El mundo de los embutidos ibéricos da lugar a multitud de productos todos ellos de gran calidad, pero que en ocasiones cuesta diferenciar. Hoy os proponemos dos de ellos, la caña de lomo y el lomito, y os mostramos cuáles son las peculiaridades de cada uno de ellos.
¿Qué es la caña de lomo?
Este embutido es uno de los más prestigiosos. Se obtiene del lomo de cerdo ibérico, de ahí su nombre, y la zona en cuestión es la que se sitúa bajo las costillas pegada al espinazo. Su elaboración consiste en un proceso de secado clásico, como el de otros embutidos, pero antes de eso hay que salar cada pieza para eliminar el exceso de grasa. Tras esto, se condimenta la caña de lomo con pimentón, entre otras especias. Destacamos el pimentón porque es la que le da el tono rojizo tan característico.
Tras estos pasos llega el secado, que para este embutido oscila entre los tres y los cuatro meses. Ese periodo de tiempo es el necesario para dotar al embutido de un sabor
intenso y penetrante.
¿Cómo se elabora el lomito ibérico?
El lomito ibérico se obtiene a partir de un proceso similar, pero la diferencia es que la zona de obtención es diferente. Para conseguir este embutido hay que acudir a la zona superior a la paletilla, en el cabecero. Esta parte es la presa ibérica, que es una de las más jugosas del cerdo.
La condimentación del lomito es similar a la de la caña de lomo, así como el tiempo de secado, unos cuatro meses. Además, la similitud del nombre también se debe a su apariencia similar. Sin embargo, la procedencia no es la misma, cabecero frente a lomo.
Ambos embutidos son muy ricos, muy jugosos, y en ocasiones pueden confundirse con el lomo embuchado, otro embutido de gran prestigio procedente del cerdo ibérico.