Los embutidos son tripas rellenas de algún tipo de carne, principalmente cerdo. Así define el diccionario de la RAE a estos alimentos. Atendiendo a esta definición, nos surge una pregunta, ¿se puede comer la piel de los embutidos ya que es una tripa?
Pues la respuesta es, a veces. No todas las pieles de embutidos son iguales. Aquellos que están recubiertos con piel natural, elaborada a partir de partes del intestino animal, sí se pueden consumir. Se trata además de un producto nutritivo, con algún aporte proteico y de grasas.
Pero también están las pieles artificiales. Estas pueden ser de colágeno, de plástico o de celulosa. Incluso las de colágeno, que son las más cercanas a las naturales porque se fabrican a partir de piel de vaca, no se deben consumir. El resto, obviamente tampoco.
En cualquier caso, para salir de dudas, lo mejor es atender al etiquetado, pues normalmente ahí se informa acerca de si se puede comer el embutido íntegro o hay que retirar la piel. Por otra parte, no hay riesgo para la salud si accidentalmente te comes la piel.
¿Qué ocurre con la corteza del queso?
El queso, que no es un embutido, sigue una dinámica similar. Si la corteza no tiene añadidas ceras ni parafinas, te la puedes comer sin problema. El modo de distinguirlo es mediante el simple examen visual.
Cuanto más limpia y brillante sea la corteza, más opciones hay de que incluya estos acabados. En el etiquetado debe señalar si el queso posee esas características. No obstante, aunque seas de esos que gusta comer la corteza, has de tener en cuenta que en pocas ocasiones vas a ingerir un producto que sea muy rico nutricional u organolépticamente hablando.
De este modo, la piel de los embutidos se puede comer cuando sea piel natural. Si es artificial es preferible no hacerlo, pero tampoco hay riesgo para la salud por la ingesta accidental.