El jamón ibérico es, quizás, el producto más reconocible de la gastronomía española. La explosión de felicidad que se siente al consumir un buen ibérico es equiparable a otras sensaciones placenteras, pero pocas ellas son tan intensas en el ámbito de la comida.
La devoción que levanta el jamón ibérico ha llevado en los últimos años a destacar su carácter de umami (del japonés sabor delicioso o sabroso). Desde ASICI, la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico, van un paso más allá, definiendo el término Sentido Ibérico.
Los profesionales entienden este concepto como la suma de todos los sentidos, tanto los organolépticos como la cultura, la tradición, las costumbres y el estilo de vida insertado en la cultura mediterránea y la dehesa, lugar de nacimiento del jamón ibérico.
¿Cómo se define el Sentido Ibérico?
Alrededor del cerdo ibérico hay todo un entramado de patrimonio gastronómico y cultural, así como un estilo de vida sostenible y ecológico, un aprovechamiento del mundo rural, que merece la pena ser conservado y valorado.
Cuando una persona consume jamón de buena calidad, o cualquier otro embutido propio de las dehesas donde se crían los cerdos de raza ibérica, está impulsando esa idea de Sentido Ibérico.
ASICI no busca solo promocionar sus productos, que también, sino estimular al mundo para que descubra su Sentido Ibérico. De hecho, más que un concepto o una estrategia comercial, es un estilo de vida, una filosofía.
En este gran armazón que es el Sentido Ibérico, el jamón ocupa un lugar imprescindible, de ahí que sea tan relevante conocer la calidad de las piezas. Para ello actúan los precintos. El negro señala que un jamón es ibérico 100% de bellota; el rojo reduce su pureza racial al 75 o el 50%. Los jamones ibéricos de cebo de campo llevan el precinto verde, y finalmente el blanco se reserva para las piezas de cebo ibérico.